lunes, 12 de julio de 2021

Melancolía

 


Siempre que contemplo su estilo, neorrománico o novísimamente asimilado a bizantino, como lo hubiera descrito aquel glorioso periodismo literario de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que amenizaba con sus ilustradas gacetas el afán de intelectualidad de los viejos y almidonados caballeros que acostumbraban a asistir a las concurridas y en ocasiones aburridas tertulias de los casinos, acude a mi mente una palabra, grotescamente mágica, Arcadia, que incluso Poussin utilizó en sus cuadros para describir un estado idealizado de melancolía, si tal cosa es posible.



Porque la melancolía, esa metafórica carencia de vitaminas psíquicas, a la que incluso el gran Alberto Durero se rindió, homenajeándola con su hermético trabajo, suele ser contagiosamente catatónica y tarde o temprano, termina por alcanzarnos, sin que ello signifique que seamos necesariamente tristes.

 


AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.