miércoles, 30 de marzo de 2016

Arte, Mitos y Arquetipos: Presentación


Reconocía ese Gran Maestro que fue C.G. Jung, en una de sus obras más significativas (1), que a la edad de treinta y seis años, época que suele considerarse como la segunda mitad de la vida, experimentó una metanoia; o lo que es lo mismo: una conversión de la sensibilidad. No especificaba, sin embargo, qué síntomas específicos le produjo tal estado, aunque sí reconocía, por otra parte, que a raíz de ello, perdió su comunidad de trabajo, así como su relación de amistad con Sigmund Freud. No sería descabellado pensar, que ese estado metanoico que de forma supuestamente espontánea nos asalta con mayor intensidad en algún momento de nuestra vida, nos proporcione un sentimiento más acusado, a la hora de apreciar aquello que Goethe, el gran poeta alemán, puso en boca de Mefistófeles -ese solitario y fatigado melancólico con largas horas taciturno, como lo consideraba, a su vez, Apollinaire-, cuando, hablando con su recién apadrinado Fausto acerca de la sabiduría de su abuela, la Antigua Serpiente, le comentaba lo difícil que resulta siempre masticar la vieja levadura. Posiblemente, el Arte sea ese imaginario y gigantesco pan, cuya miga ha ido nutriéndose, desde el alba de los tiempos, de esa vieja, arcana levadura, significando a la vez, y de manera comparativa, un ejemplo vivo de esa herencia genético-universal, que Jung definió como inconsciente colectivo, no siendo el lenguaje artístico, sino una corriente plenamente arraigada en ese peculiar lenguaje onírico, cuyo vehículo de expresión no es otra cosa que el símbolo. Y el símbolo, a fin de cuentas, no es sino una abstracción que arrastra una idea. Una idea, por añadidura, que puede ser tildada de ortodoxa o de heterodoxa, según corran los vientos de las épocas y se sucedan políticas y religiones. Ahora, quizás intentar masticar la vieja levadura no resulte tan dañino y peligroso como en otras épocas de oscurantismo, que han caracterizado, en mayor o en menor medida, muchos de los capítulos de esta gran farsa que se considera como Historia, si bien, no es menos cierto que siglos de intransigencia y absolutismo no desaparecen así como así, siendo los transgresores quizás más refinadamente castigados, sea con el absoluto rechazo; con la triste vergüenza del exilio o con la censura y el olvido más absolutos. Pero el poder de seducción de la vieja levadura es fuerte y sus efectos, generalmente ocultos, siguen ahí, escondidos en los detalles, durmiendo, quizás, ese sueño de la razón que, según Francisco de Goya, produce monstruos. Esa es la idea de este blog de nuevo cuño: no ser una mera guía de lugares y elementos artísticos que visitar, y sí un intento, más o menos acertado, de despertar esos monstruos que, paradójicamente y en mayor medida, que no en exclusiva, obviamente, suelen dormir, acumulando el polvo del olvido, en los lugares de culto que más los persiguió: nuestros templos. 


(1) 'Símbolos de Transformación'. Curiosamente, en el prólogo a la cuarta edición, escrito en 1950, el propio Jung afirmaba de esta excelente herramienta para el entendimiento general del simbolismo, lo siguiente: 'Este libro nunca me había hecho feliz, ni estaba tampoco contento con él; puede decirse que lo escribí a mi pesar...'.

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