Es difícil, para aquellos que llevan en sus venas la
indómita chispa que les hace sentir, como decía Hesse, que todos los caminos
conducen al hogar, no detenerse, precisamente, en este lugar y sentir una
profunda nostalgia de aquel, que, para muchos, es el camino más mágico y
trascendental que existe: el Camino de Santiago o Camino de las Estrellas.
Tampoco hay que extrañarse, que en el corazón de una de las
más encantadoras arboledas que dan fama merecida a ese jardín de ensueños, que
es el Parque del Retiro, de Madrid, además de rendir un cumplido homenaje a ese
camino trascendental -que, a modo de anécdota, sirvió de experiencia creativa a
escritores, como Paulo Coelho o a grandes actrices, como Shirley McLaine- se
sientan, con mayor intensidad, aún, si cabe, esas misteriosas estrofas de un
famoso poema de Antonio Machado, donde se le dice al caminante que hay en todo
peregrino, que no hay camino, pues se hace camino al andar.
Detalle, por otra parte, que hace latir aceleradamente al
corazón, sobre todo, cuando éste se siente completamente enaltecido frente a la
sublime visión de sus símbolos trascendentales: la vieira, distintiva de todo
peregrino y la fuerza que emana de los sólidos cruceros, con su típico Calvario
en un lado y la mirada, dulce y compasiva de la Virgen, en el otro, los cuales
han sido y siempre serán, símbolos de Luz en su Camino.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo
acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están
sujetos a mis Derechos de Autor.
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