lunes, 18 de julio de 2016

Recordando el Santo Sepulcro de Jerusalén: la iglesia de San Marcos de Salamanca


'Más allá del azar y de la muerte
duran, y cada cual tiene su historia,
pero todo esto ocurre en esa suerte
de cuarta dimensión, que es la memoria...'
[Jorge Luis Borges]

La cuarta dimensión y la memoria; quizás, en esos elementos tan subjetivos del poema de Borges, estén algunas de las claves que nos desvelen el fascinante misterio que rodea a este singular templo; a este verdadero poema, escrito en el lenguaje de los sueños, que es la piedra, poco o apenas conocido fuera de los ámbitos de las guías y el estudio del románico en general, pero que se presta, por su naturaleza y su singularidad, a un sin fin de alardes y especulaciones. Poco menos que único en su género, al menos en lo que se refiere al ámbito peninsular, este peculiar templo, de planta circular y bajo la advocación del evangelista Marcos -recordemos, puesto que los arquetipos son importantes, que su símbolo o daimon era el león- constituye, a día de hoy, un complejo enigma, cuya belleza y singularidad merecen figurar en un glorioso capítulo aparte. Capítulo aparte son, así mismo, las numerosas marcas de cantería -no exentas en su interior- que se pueden advertir en este inconcebible ouroboros pétreo, cuyos orígenes se remontan al siglo XII -independientemente de algunas fuentes que los suponen anteriores, en el XI-, considerándose el año 1178 como fecha probable de su construcción o consagración. Ahora bien, si su exterior nos sorprende por ese círculo perfecto de aproximadamente 18 metros de diámetro, su interior no es menos sorprendente e interesante. Consta de varias hercúleas columnas diseñadas para soportar la cúpula o el tejaroz y, curiosamente, se constata la existencia de tres ábsides.

Una auténtica belleza, son los restos de pinturas -datadas por los expertos en el siglo XIV, aunque yo no descartaría que hubiera habido frescos más antiguos-, recuperados con relativa fortuna, donde sobresalen un mosaico geométrico, una fenomenal representación de San Cristóbal -recordemos su función sine quanum de Christóphoro o Portador de Cristo; es decir, la Antigua Religión portando a la Nueva Religión, simbólicamente hablando-, una Anunciación y una Coronación. Pero si las artes plásticas -en algunos casos, descubiertas o mejor dicho, redescubiertas en época moderna- realzan una belleza ya de por sí singular, no lo es menos el detalle del Cristo gótico que corona el altar central. Un Cristo gótico, de cuyas características destaca un detalle, cuando menos extraño y singular: su pie izquierdo, clavado al derecho, forma un imposible ángulo de noventa grados. De su imaginería mariana, dan testimonio dos hermosas imágenes: una Virgen románica del siglo XII, al parecer procedente de la parroquia de Valdemierque, en cuyo pedestal se puede leer la leyenda Madre de la Iglesia -no hay duda de que los tiempos están cambiando, como cantaba Bob Dylan- y una reproducción perfecta de una Virgen Negra por excelencia, la de Montserrat. Independientemente de éstas dos, la iglesia de San Marcos cuenta, además, con una magnífica talla de la Inmaculada, fechada en el siglo XVI, siglo en el que, dicho sea por añadidura, se le añadió la espadaña que desvirtúa sobremanera el conjunto y otra, posiblemente también de la misma época, representativa del titular, San Marcos.

Si bien, dejaremos para otro momento y lugar la polémica levantada por el arquitecto francés Viollet-le-Duc sobre los modelos de arquitectura templarios, referentes, sobre todo, a este tipo de templos de planta circular, no deja de ser interesante el detalle de que una iglesia tan pequeña y tan humilde, gozara de tanta prebenda y protección real. Por eso, desde el siglo XII, según aseveran las fuentes oficiales, se la define como Real Capilla de la Clerecía, estando su historia unida a personajes reales relevantes, como Alfonso VI, su hija Doña Urraca o el rey Alfonso IX.


2 comentarios:

  1. Hola! Que ábside tan redondito y que buena descripción. La iglesia de San Marcos que por cierto, nunca he entrado y tras leerte, a la próxima paso, porque para mí es un descubrimiento. Lo que descubrí hace muchas lunas es una pastelería en la Plaza Mayor de Salamanca donde hacen las mejores trufas del mundo mundial.
    Un beso.

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  2. Te la recomiendo. No sólo es una de las pocas, poquísimas que quedan con esas características (recuerdo que el Magister Alkaest solía comentar que habían sido bastante frecuentes en el pasado), y además, guarda interesantes tesoros en su interior. Merece la pena visitarla. Además, los parroquianos son verdaderamente amables, te lo aseguro.En cuestión de pasteles, que también son un arte, me fiaré de tu buen gusto y a la próxima, alguno pruebo. Abrazos

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