martes, 4 de abril de 2023

[SPN-ENG] Justicia poética / Poetic justice

 


Cierto que no son comparables, salvo como modelos, cuyo similar destino, salvando, por supuesto estilos, distancias y sobre todo, esa insuperable barrera temporal que se puede calcular en milenios, resulta, cuando menos, comentables como hitos significativos de Madrid: el mágico templo egipcio de Debod y las no menos mágicas, aunque quizás sí más melancólicas y maltratadas piedras de una vieja iglesia románica, del siglo XII. Desde su vapuleada portada o incluso desde su elegante ábside, incapaz de competir en altura con la famosa torre -desde luego, no la clásica de Babel, pero sí la que señala, como un faro contemporáneo, la popular Avenida de Menéndez Pelayo- nadie se atrevería a emular la famosa frase de Napoleón a sus tropas, pronunciada desde ese monumental pabellón de la Gran Pirámide, salvo para decir, con mucha más humildad, aquello de: ‘desde esta piedras ancestrales, al menos un milenio de Historia os contemplan’. De lo cual se sentirán orgullosas, aquellas manos, anónimas y artesanas, que las levantaron, en virtud de unos conceptos de geometría, en su caso, sin duda alguna siguiendo escrupulosamente unos patrones eminentemente sagrados.


Pero, igualmente, esas mismas manos, se sentirían notoriamente desconcertadas, al ver los restos de su magnífico templo, desplazados algo más de cien kilómetros de su emplazamiento original y pensarían, no sin razón, ateniéndonos a las creencias de su época, en la intervención del Diablo. El mismo, que, al decir del pueblo, cuando no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo. No obstante, quizás pudiera darse el caso, además, de que, viendo la grandiosa acción conmiserativa de la Naturaleza, y pensando en esa justicia poética con la que ésta, al fin y al cabo, mide a todas las cosas, haciendo del entorno que rodea a las viejas piedras un marco perfecto para una de sus cualidades más sublimes, la belleza, aplique, de alguna manera callada, una justicia más liberal que la ejercen los hombres.


It is true that they are not comparable, except as models, whose similar destiny, saving, of course, styles, distances and above all, that insurmountable time barrier that can be calculated in millennia, is, at least, commendable as significant landmarks in Madrid: the magical Egyptian temple of Debod and the no less magical, although perhaps more melancholic and mistreated stones of an old Romanesque church, from the 12th century. From its battered doorway or even from its elegant apse, unable to compete in height with the famous tower -of course, not the classic one from Babel, but the one that points out, like a contemporary lighthouse, the popular Avenida de Menéndez Pelayo- no one notices. I would dare to emulate Napoleon's famous phrase to his troops, pronounced from that monumental pavilion of the Great Pyramid, except to say, with much more humility, that of: 'from these ancestral stones, at least a millennium of History contemplate you'. Of which they will feel proud, those hands, anonymous and artisans, who raised them, by virtue of some concepts of geometry, in their case, without a doubt, scrupulously following eminently sacred patterns.


But equally, those same hands would feel obviously disconcerted when seeing the remains of their magnificent temple, displaced a little over a hundred kilometers from their original location and they would think, not without reason, in keeping with the beliefs of their time, in the intervention of the Devil. The same one, who, according to the people, when he has nothing to do, kills flies with his tail. However, perhaps it could be the case, in addition, that, seeing the great compassionate action of Nature, and thinking of that poetic justice with which it, after all, measures all things, making the environment that A perfect frame surrounds the old stones for one of its most sublime qualities, beauty, apply, in some quiet way, a more liberal justice than is exercised by men.


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