El
Arte y su Mundo. O mejor dicho, el Mundo Universal del Arte: un universo
fascinante, cuyas paradojas evolucionan constantemente como si de un imaginario
Ouroboros se tratara; una serpiente
que se muerde la cola, enroscada sobre sí misma, en un círculo perfecto que no
tiene principio ni fin, sino un infinito movimiento. El Arte mira al futuro,
pero incluso en su estado embrionario se va nutriendo de la placenta del pasado.
En el atanor de la idea, lo pasado se mezcla con lo presente y entre el azufre
y el mercurio de la forma, conforman la sal del futuro. Metáforas aparte,
resulta interesante observar que nada es inmutable; que incluso hay momentos en
los que la propia evolución de lo artístico mira hacia atrás e intenta poner
orden en criaturas que, a priori, podría decirse que nacieron incompletas, haciendo de la originalidad –como afirmaba
frecuentemente Antoni Gaudí- una vuelta
al origen. De esa vuelta al origen –o cuando menos, a parte del origen-
hubo algunos interesantes conatos en el pasado, que merece la pena recordar,
siquiera como introducción. Cabe destacar, en un principio, la recuperación, allá por los siglos XVII y
XVIII, de las capillas de planta circular o hexagonal, basadas en el
deambulatorio de la anastasis o sepulchrum Domini de los modelos hierosolimitanos, que en la actualidad
albergan advocaciones crísticas o marianas con fama de muy milagreras
entre la vox populi. Pero sin duda,
los modelos que, por algún motivo en particular influyeron más a la hora de
volver a captar el interés de las nuevas generaciones de arquitectos, no fueron
otros que los románicos y los góticos, hasta el punto de ser numerosos los
ejemplos modernos a los que se añadió el sufijo neo o nuevo: neorrománico
y neogótico. Uno de los grandes alentadores de ésta moda, que durante los siglos XIX y principios del XX se extendió
por Europa, fue el brillante arquitecto francés Viollet le Duc, restaurador de
la catedral de Notre Dame de París y quien también sugirió –seguramente inconsciente
de los grandes debates que se generarían en el futuro- la posibilidad de que
las capillas de planta circular o hexagonal a las que se hacía referencia,
fueran un modelo de arquitectura
templaria importada de Tierra Santa.
Lejos de iniciar un eterno debate en
este sentido, Carballino se aparece como una población fuera de toda duda
singular; quizás, a menor escala, podría comparársela con Puente la Reina,
lugar de confluencia de caminos, pues por ella, posiblemente pasen los
peregrinos que atraviesan Orense dejando atrás el monasterio de Oseira y
continúen hacia Pontevedra, deteniéndose en determinados puntos de concejos tan
interesantes como Boborás –iglesias de Santa María de Xuvencos y San Xulián de Astureses-,
Silleda –iglesia de Santiago o monasterios como Acibeiro y Carboeiro- o Campo
Lameiro, con su iglesia de San Miguel y uno de los mayores centros de
petroglifos de Galicia. No es de extrañar, por tanto, que en este punto
neurálgico que tiene fama de hacer el mejor pulpo
a feira, siendo la única comunidad gallega que no tiene frontera natural
con el mar, exista un sorprendente monumento dedicado a uno de los mayores
hitos devocionales del mundo cristiano: la Vera Cruz. Habría que remontar el
origen de la Invención o el Descubrimiento de la Cruz, al año
313, cuando según la tradición Helena, madre del emperador Constantino la
descubrió en Jerusalén. Evidentemente, los cimientos del edificio que, por su
belleza y su conjunción de elementos arquitectónicos sorprende a todo
visitante, no se remontan a ese siglo III d. de C., sino a los años cuarenta
del siglo XX, colocándose su primera piedra en el solsticio de verano de 1943.
La conclusión de los trabajos, también terminó con un solsticio de verano, pero
catorce años después: en 1957. De este híbrido, nacido a instancias del lenguaje de los sueños y promovido por
las inquietudes espirituales de un prelado, quizás visionario también, llamado
Evaristo Vaamonde da Cortiña, decía un erudito hijo de Carballino, Felipe Senén
Gómez, que de semejante símbolo expresionista, cabe destacar que sus templos son como una suma teológica de la
arquitectura histórica de Galicia, en relación también con la arquitectura del
Camino de Santiago, con la arquitectura inglesa, el atlantismo y con los
modelos y admiración de palacios de la Escuela Vienesa.
Publicado en STEEMIT, el día 9 de abril de 2018: https://steemit.com/spanish/@juancar347/arte-y-circunstancia-la-iglesia-de-la-vera-cruz-de-carballino
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