Uno de los muchos ejemplos que
podemos encontrar acerca de cómo se forma un mito a partir de una suposición
es, no cabe duda, el caso de ésta curiosa y preciosa imagen mariana que,
perdida y olvidada su primitiva advocación original, ha pasado a ser conocida
como la Virgen de las Navas. Si nos preguntamos el por qué de esta moderna
advocación, sería necesario remontarse en el tiempo, cuando menos, hasta bien
mediado el siglo XIX, cuando la arqueología en España apenas se encontraba en
una fase lúdico-didáctica, conformando, poco más o menos, que un motivo de
distracción para ciertos elementos eruditos de la nobleza hispana. Tal es el
caso, del marqués de Cerralbo, quien indagando un día la enorme riqueza
artístico-cultural contenida tras los muros del imponente cenobio cisterciense
de Santa María de Huerta, en la provincia de Soria, vino poco menos que a darse
de bruces con esta magnífica talla románico-gótica a la que, quizás por
encontrarse también allí el magnífico sepulcro del que fuera arzobispo de Toledo,
don Rodrigo Ximénez de Rada y contando, además, con sus características de
imagen portable –detalle bastante común en época medieval, donde muchas
imágenes de Cristo y la Virgen solían ir a los frentes de batalla acompañando a
prelados y sacerdotes y con las victorias, se acrecentaba su fama de milagreras
(1)-, dejó caer, hipotéticamente hablando, la posibilidad de que dicha imagen
fuera, en realidad, la que llevaba en su silla de montar el mencionado
arzobispo de Rada cuando animó y participó en la decisiva batalla de los Tres Reyes, más conocida como la batalla de las Navas de Tolosa, acaecida en julio de 1212.
De
apenas 30 ó 40 centímetros de altura –medidas, no obstante, que solían
caracterizar a muchas imágenes de Vírgenes
Negras-, ésta imagen Theotokos o Trono de Dios, posiblemente traída de
Francia por los primeros hermanos que se establecieron a algunos kilómetros del
actual emplazamiento del monasterio, muestra unos hermosos tonos dorados; tanto
la Madre como el Hijo, están coronados, mostrando éste un libro abierto en su
mano izquierda, en el que puede leerse la inscripción IESUS NAZARENUS, una inscripción, posiblemente realizada con
posteridad. Otra de sus características, es que la talla está hueca en su parte
trasera, seguramente y como era corriente también, para ocultar alguna
reliquia, aunque la pieza que la recubría se ha perdido.
Para mayor
información, se recomienda la lectura del siguiente artículo: http://juancar347.blogspot.com/2008/09/el-gran-enigma-de-la-virgen-de-las.html
(1) A este respecto, podría ser interesante recordar que al frente del ejército cruzado del Reino de Jerusalén, solía ir siempre la Vera Cruz -según la tradición, encontrada en el año 304 a. de C. por Santa Elena, madre del emperador Constantino-, hasta su pérdida frente a los ejércitos de Saladino en la famosa batalla de los Cuernos de Hattin.
Publicada en STEEMIT, el día 13 de abril de 2018: https://steemit.com/spanish/@juancar347/la-virgen-de-las-navas-o-como-se-forja-un-mito
Publicada en STEEMIT, el día 13 de abril de 2018: https://steemit.com/spanish/@juancar347/la-virgen-de-las-navas-o-como-se-forja-un-mito
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